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De GallardoEl atleta berciano Sergio Gallardo,a la derecha de la fotografia con un pie descalzo, logró clasificarse para la final de los 1.500 metros.
/ EFE C.F. BUITRÓN / E.J. CASTELAO
LEÓN / OSAKA.— Hay muchas formas de llegar a una final. Se puede entrar con suficiencia o por los pelos, como ayer hizo el berciano Sergio Gallardo, pero hay ocasiones en las que entrar por tiempos puede tener un sabor más dulce que el de quien gana su serie. La clasificación de Sergio Gallardo para la final de los 1.500 metros del Mundial que se está disputando en Osaka fue el mejor ejemplo.
El ponferradino ya está entre los 12 mejores del mundo y, además, ha logrado esa proeza con la raza y el coraje que siempre le acompañan. A casi dos vueltas del final de la prueba, un rival le pisó perdiendo su zapatilla. Para cualquier otro atleta, en una cita del más alto nivel, ese contratiempo habría supuesto el adiós. Para él no. El leonés apretó los dientes, siguió a los mejores y fue capaz de aguantar en la recta final el empuje de rivales que sí tenían su zapatilla calzada para ser séptimo en su prueba y clasificarse por tiempos. Por dos centésimas, apenas un suspiro, pero suficiente para que su gesto heroico tuviera el premio que merecía.
Sin duda, la carrera de Sergio Gallardo será una de las imágenes del Mundial de Osaka, pero el berciano no querrá quedarse en héroe por un día y tiene ante sí la oportunidad de seguir escribiendo la historia del deporte leonés y español en la final que mañana miércoles se disputará a las 15.05 horas.
Gallardo será el protagonista de esa gran carrera, la reina del Mundial. No tendrá sencillo llegar a las medallas porque hay rivales que tienen hasta cinco segundos menos en su mejor registro. Además, habrá que ver cómo está su pie, pero si está recuperado, en una carrera como la que se espera, en torno a los 3.40, el ponferradino puede estar muy cerca de los mejores, aunque Ramzi, Baala y Lagat parezcan inabordables. Pero esto es un Mundial y Sergio Gallardo ya dejó claro ayer que no piensa rendirse ante nadie ni ante nada.
Es martes, estamos en Ponferrada, uno de los hitos del Camino de Santiago. La antigua Pons Ferrata, (re)surgida a finales del siglo XI, gracias a un puente con barandillas de hierro que hacía más llevadero el cruce del río Sil por parte de los peregrinos. Será hacia el último cuarto del siglo XII, allá por el año 1178, cuando los templarios, el brazo armado y negociante de la Orden del Cister, sienten sus reales en forma de castillo con el propósito de defender este tramo del camino a Compostela. Y así, la ciudad se apiña bajo la sombra del castillo que los monjes guerreros levantan dominando todo el valle. A eso se le llama visión estratégica y lo demás son puñetas. 
Desde el pasado mes de mayo y hasta finales de noviembre, la ciudad alberga una nueva edición de la muestra de "Las edades del hombre", organizada por la fundación del mismo nombre, creada por las diócesis castellano leonesas. La oportunidad de ver, en un único lugar y un período relativamente largo, toda una serie de piezas de arte sacro, habitualmente dispersas por catedrales, monasterios, conventos, iglesias y ermitas de Castilla y León. 
